Uno de los mayores temores y, al mismo tiempo, una de las mayores preocupaciones de quienes inician una vida activa, haciendo deporte, son las agujetas. Todos las hemos tenido en algún momento de nuestra vida (ya sea por una lesión, por la realización de algún ejercicio poco habitual...) y somos plenamente conscientes de lo incómodas que pueden llegar a ser, pero ¿a qué se deben?
¿A QUÉ SE DEBE LA RIGIDEZ?
La rigidez es el resultado de un sobreesfuerzo al que nuestros músculos no están acostumbrados, debido a un periodo de inactividad. Lejos de ser algo "malo" en sí mismo, es una advertencia de nuestro cuerpo para avisarnos de que hemos realizado una actividad física por encima de nuestras posibilidades.
Esta es una tendencia habitual en las personas que dan el paso de empezar a llevar una vida saludable: nos tomamos el primer día con muchas ganas y realizamos una práctica deportiva muy por encima de nuestra capacidad física. Esta es una de las claves para apuntarse al gimnasio y no dejarlo.
En consecuencia, a continuación aparece uno de los grandes enemigos de los "novatos": el segundo día. La motivación ya no está al mismo nivel que el primer día de entrenamiento y, en la mayoría de los casos, las agujetas acaban inclinando la balanza, por lo que muchos acaban abandonando la práctica deportiva antes de tiempo. Pero, ¿qué debemos hacer en estos casos? ¿Qué es lo mejor que se puede hacer?
IR AL GIMNASIO CON AGUJETAS ES BUENO
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Si debemos o no hacer ejercicio con agujetas es una de las grandes preguntas que se hacen quienes se inician en la práctica deportiva. Y la respuesta es clara: sí.
Aunque nuestro cuerpo y nuestras sensaciones nos pidan descanso y un sofá, lo que realmente necesitan nuestros músculos es actividad física, pero actividad moderada. La razón no es otra que, con el ejercicio físico, nuestra musculatura activa la circulación sanguínea, elemento clave para la recuperación.
Así, la mejor receta para olvidarnos de las molestas agujetas, lejos de sentarnos en el sofá, es continuar con una vida activa. Es más que probable que durante el calentamiento suframos más de lo debido, pero una vez que hayamos entrado en calor, el resultado final será mucho mejor.
Sin embargo, existen trucos para que el post-entrenamiento del primer día no resulte devastador.
¿CUÁNTO DURAN LAS AGUJETAS?
Será relevante comprobar cada caso en particular, pero lo normal es que duren entre 2 y 4 días. Es decir, si eres nuevo en la actividad física, lo más probable es que durante tu primera semana de entrenamiento tu mayor enemigo sean las agujetas. Sin embargo, existen ciertos remedios para evitar 'morir' en el intento.
La primera de ellas es la mencionada anteriormente: la actividad física moderada. La práctica de deporte impulsará la sangre alrededor de nuestros músculos, lo que es clave para la recuperación. También te ayudará a mejorar tu condición física.
Aunque no existe una fórmula mágica, aplicar hielo o agua fría en las zonas con más molestias también ayudará en la recuperación.
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¿CÓMO EVITAR LA RIGIDEZ?
Y, como en muchos casos, más vale prevenir que curar. La mejor forma de evitar las agujetas es no provocarlas.
Tampoco queremos mentirte, si llevas mucho tiempo parado y empiezas a hacer deporte, lo más normal es que al día siguiente tengas molestias, pero hay fórmulas para que el segundo día no sea matador.
Para nosotros, lo más importante es precisamente nuestro método de entrenamiento. Uno de los mayores errores que cometen los inexpertos es forzarse más allá de sus capacidades el primer día, algo en lo que no creemos.
Siguiendo el dicho popular, optamos por la fórmula "las cosas de palacio van despacio", y creemos que lo más adecuado es empezar poco a poco, dejándonos con ganas de más. ¿Por qué?
- Evitaremos tener grandes agujetas al día siguiente.
- Nuestra motivación para seguir avanzando permanecerá prácticamente intacta
De esta forma, con nuestras clases colectivas, podrás disfrutar de las ventajas de entrenar en grupo, siguiendo tu propia condición física. Podrás mejorar de forma lineal, pero constante, para acabar alcanzando, en consecuencia, un estado mucho mejor a largo plazo.
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